La ciudad puede desarrollarse como ser vivo gracias al crecimiento de su osamenta interna, gracias al desarrollo de sus infraestructuras básicas. Un complejo mundo de líneas, subterráneas o aéreas, de tuberías y cables, permite el desenvolvimiento diario de la actividad ciudadana. Nos referimos a las Redes dentro de la Red, redes enclavadas dentro de la red viaria que permite en sí el flujo de personas, mercancías, materias y energía, red de comunicación y de aislamiento, red de acceso y de frontera. La red viaria es la red de expansión, es la red de ocupación del territorio, pero en este caso es, sobre todo, el seno que alberga las otras redes, las de abastecimiento, saneamiento, energía (gas y electricidad) y las de telecomunicaciones.

Este entramado de líneas permite la provisión de agua, energía y comunicación, flujos vitales a los que el hombre necesita acceder, de forma individual o colectiva. Cuanto más rica sea la comunidad menos peso tendrá la provisión de estos bienes dentro de su economía y menos consciente es el individuo de su aprovisionamiento; sin embargo, en comunidades pobres puede ser una tarea que ocupe gran parte del día de alguno de sus miembros o bien se opte por una solución individual como pueden ser las conexiones ilegales a la red.

En la sociedad urbana europea, ya no se trata de la provisión de bienes sino de la provisión de servicios, atendiendo a los principios de servicio público de universalidad, equidad y continuidad.

Otra característica básica de la distribución de estos bienes es la del elevado coste de infraestructura, la fuerte inversión inicial elimina la concurrencia y se traduce en el hecho de que el proveedor sea único y la provisión del servicio sea monopolística.

Sin embargo, dado que hablamos de servicios diferentes, cuya infraestructura de producción y distribución necesita de componentes técnicos completamente distintos, lo que produce costes de inversión muy dispares, se producirán en el mercado situaciones variables espacial y temporalmente. Cuanta más alta sea la inversión y más difícil la recuperación de la misma, más posibilidades de que un solo operador ofrezca el servicio, e igualmente que este operador sea público.

Como ejemplos de esta escala podemos estudiar el caso de la red de saneamiento y el cableado de fibra óptica. El saneamiento es casi como principio (recordando que en materia de servicios no hay principios ni leyes) de naturaleza pública, precisa de fuertes inversiones en infraestructura y prácticamente no se articula un modo de recuperación de la inversión porque las tasas que los municipios recuperan se limitan a contemplar los gastos de explotación, raramente comprenden los gastos de mantenimiento y aún menos los de renovación de la red. El saneamiento en España es básicamente financiado por subvenciones, siendo muy limitada la parte de la inversión que es sufragada directamente por los usuarios. Esta parte se suele articular por la fórmula de las contribuciones especiales, o bien, por medio de la fracción que se incorpora en el coste de la vivienda como amortización de los gastos de urbanización que haya debido afrontar la entidad promotora. Los gastos de inversión pagados directamente por el usuario corresponden a la infraestructura de alcantarillado, pero prácticamente nunca a las inversiones en colectores y sistemas de depuración. Por contra, asistimos en los últimos años a un desarrollo espectacular de las infraestructuras de telecomunicación, rompiendo todos los esquemas que habían asimilado el servicio de telefonía al de agua o energía, costes de inversión inferiores y la posibilidad de recuperación de la misma por medio de elevadas tarifas de explotación hacen que se resquebraje el monopolio natural y se asista al nacimiento de un mercado en oligopolio, estructurándose en base a una sola red que comparten distintos operadores o, incluso, duplicando la infraestructura básica cuando no triplicando, produciéndose, por ejemplo, la posibilidad de compartir el espacio dos titulares privados y uno público.

La titularidad del servicio es pública, lo cual no es por principio pero puede ser defendido; la propiedad de la infraestructura puede ser pública o privada, e incluso puede participar de ambos capitales; y la gestión puede articularse por múltiples fórmulas en las que la participación privada adquiere distintos grados de responsabilidad. También existe un variado abanico en cuanto al carácter espacial del gestor, que puede operar local, comarcal, provincial, regional, nacional o multinacionalmente sin que ello esté ligado a la extensión física de la red.

Redes de titularidad y ámbito local o municipal pueden estar gestionadas por empresas de capital multinacional; redes transnacionales pueden ser explotadas parcialmente por empresas locales.

La expansión de la red debe ser independiente del ámbito de actuación del gestor. Un gestor que actúa en un determinado ámbito puede estar tentado a prolongar la red a todo ese ámbito, anteponiendo soluciones extensivas a soluciones locales, lo cual sólo se puede controlar si la titularidad del servicio es independiente. Si la red distribuye un bien su extensión debe depender de las fórmulas óptimas de producción, asegurando la calidad del servicio al menor coste ambiental.

En la construcción de redes nos proponemos canalizar unos determinados flujos, los cuales no son inertes por lo que es preciso conocer la interacción de estos flujos con el medio y sus posibles consecuencias ambientales.

Esto obliga a una atención especializada al conocimiento del ciclo del agua, lo cual no implica que todo el agua deba ser canalizado; a los problemas sanitarios y ambientales provocados por las redes de alta tensión o la telefonía móvil; a los peligros de explosión de las emisiones de gas; etc.

Dentro de los posibles impactos de las redes es especialmente relevante el causado por el caos de la desarmonía de redes, siendo es fácilmente apreciable el esperpento visual de las líneas aéreas entremezcladas y el continuo deshacer en el mantenimiento de las líneas subterráneas. Es imprescindible que las autoridades locales dicten normas y ordenanzas de armonización de los soportes, por ejemplo fomentando las galerías de servicios o al menos integrando soportes sin que se multipliquen los postes al multiplicarse los servicios; y de igual modo se programen y armonicen las tareas de mantenimiento.

SOMETIMIENTO A LA CIENCIA Y A LA TECNOLOGÍA

El alto coste de las inversiones, la falta de fondos de amortización técnica, las molestias causadas en la renovación de las infraestructuras hacen que se propugne una tecnológica muy estable, que la elección de los materiales y de los equipos auxiliares se base en criterios de durabilidad y de garantía de calidad. Sin embargo, no se puede ser ajeno a ciertas innovaciones y revisiones de criterios.

Además de la revolución en la tecnología de las comunicaciones se producen cambios en el conocimiento y en los criterios de la concepción de otras redes al que se debe permanecer atento para realizar un adecuado diseño de la ciudad. Desde hace unas décadas se trabaja en nuevos conceptos como puede ser el planteamiento de la contaminación de los cauces por las aguas de lluvia, la diferenciación de la calidad del agua según los usos o el del diseño no gravitatorio de las redes de alcantarillado.

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